de David Mariné
¿recuerdas cuando éramos pequeños,
y en el mellar del verano acuosamente libre y pleno,
fluíamos como arterias al viento pel carrer del pecat?.
crecimos,
y también crecieron los besos,
como barcos pequeños que nacen en los astilleros
descubrimos que los sujetadores
eran tazas de té donde brotan pezones y leche,
crecimos,
y también crecieron los besos,
como barcos pequeños que nacen en los astilleros
descubrimos que los sujetadores
eran tazas de té donde brotan pezones y leche,
que olíamos a madera noble,
que el cartílago no es hueso.
y por el rincón bipolar de nuestros sueños cometas,
que el cartílago no es hueso.
y por el rincón bipolar de nuestros sueños cometas,
afloraron gemidos y dientes,
como el dolor de cabeza de Júpiter por el parir de Minerva.
como el dolor de cabeza de Júpiter por el parir de Minerva.
hoy,
mi querida Júlia,
las campanadas del nuevo año producen seria ceguera,
roban segundos y vidas,
a cambio de ramas secas.
el silencio,
el miedo, mi querida Júlia,
las campanadas del nuevo año producen seria ceguera,
roban segundos y vidas,
a cambio de ramas secas.
el silencio,
han vuelto,
enmudeciendo las calles,
secando el hálito ardiendo.
son tiempos de úlcera,
de cénit en mirada
con decúbito supino de cuerpo y alma
de craneocaudal establecido y latir neutro.
todo es un sin;
extrae
- mi úlcera-
trozos de la dermis quemada por el tiempo,
pasar de recuerdos sin yodo ni apósitos
que oxigenen la opresión de este vacío.
podredumbre carnal,
olor fétido y amoral,
correoso e insoportable despertar de la piel.
todo es dolor,
el dolor de verdad duele incluso en lo yermo:
que no tema la noche hincar diente en mi carnaza.
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