miércoles, 29 de agosto de 2012

el horizonte de la luna siempre es de color negro

de David Mariné
 
 
¿recuerdas cuando éramos pequeños,
y en el mellar del verano acuosamente libre y pleno,
fluíamos como arterias al viento pel carrer del pecat?.

crecimos,
y también crecieron los besos,
como barcos pequeños que nacen en los astilleros

descubrimos que los sujetadores
eran tazas de té donde brotan pezones y leche,
que olíamos a madera noble,
que el cartílago no es hueso.

y por el rincón bipolar de nuestros sueños cometas,
afloraron gemidos y dientes,
como el dolor de cabeza de Júpiter por el parir de Minerva.
hoy,
mi querida Júlia,
las campanadas del nuevo año producen seria ceguera,
roban segundos y vidas,
a cambio de ramas secas.

el silencio,
el miedo,
han vuelto,
enmudeciendo las calles,
secando el hálito ardiendo.

son tiempos de úlcera,
de cénit en mirada
con decúbito supino de cuerpo y alma
de craneocaudal establecido y latir neutro.

todo es un sin;
extrae
- mi úlcera-
trozos de la dermis quemada por el tiempo,
pasar de recuerdos sin yodo ni apósitos
que oxigenen la opresión de este vacío.

podredumbre carnal,
olor fétido y amoral,
correoso e insoportable despertar de la piel.

todo es dolor,
el dolor de verdad duele incluso en lo yermo:

que no tema la noche hincar diente en mi carnaza.


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